Las autoras Patricia Suárez -responsable de los 2 monólogos sobresalientes que abren la puesta- y Adriana Tursi situaron la
Con los protagónicos a cargo de 2 veteranos y muy solventes actores, Susana Di Gerónimo y Alejo Mango, Lo que quedó conmueve, sacude pero nunca deja de aliviarnos con un guiño, una sonrisa, aún en medio de tanta desolación.
La precisa marcación de Fiorillo se nota con claridad en los monólogos: sentada en el banquillo, Di Girónimo se luce en Isolda muerta de Hambre, en una demoledora estampa de una mujer y madre sufrida, humillada y víctima de las debilidades humanas que esconden -o exponen- los conflictos bélicos. La composición produce ternura y, por momentos, mueve sentimientos encontrados, contradictorios, como casi todos los actos de quienes pasan situaciones límites.
Mango despliega en escena su experiencia y talento. Puede hacernos derramar una lágrima o provocarnos una carcajada que parece fuera de lugar... Aún en los momentos más trágicos aparece el humor como un elemento catalizador, que espanta el miedo, la muerte. Sal y Ceniza es una perfecta composición de un hombre casi desnudo en todo el sentido de la expresión.
Cierra Los Huéspedes, de Tursi, con un tono perturbador, siniestro, que llevan muy bien este dúo de notables intérpretes.
Merecen destacarse también el diseño de iluminación de Soledad Ianni (habitual objeto de reconocimientos y responsable de las
En Lo que quedó no hay héroes: nada más y nada menos que personas de carne y hueso, que sobreviven cómo pueden un drama que los tiene como protagonistas involuntarios, desvalidos; en el fondo, inocentes.
Marcelo Mendieta - el informatorio
No hay comentarios:
Publicar un comentario