Las tres obras que componen esta puesta son: “Isolda muerta de hambre”, y “Sal y ceniza” de Patricia Suárez, y “Los huéspedes” de Adriana Tursi. En todos los casos nos encontramos con historias sustentadas en las resquebrajaduras que dejó la Segunda Guerra Mundial en la vida cotidiana. No son historias de líderes, ni de guerreros sino del pueblo que debió soportar hasta sus propios límites los afanes de grandeza de otros seres con màs poder.
En “Isolda muerta de hambre”, Susana Di Gerónimo nos va a contar la historia de una mujer que, debido a las privaciones que sufren sus hijos, se va a sacrificar para poder asistirlos en un mundo con la tierra seca y árida, en las afueras de un pueblito de Italia. Su composición es inmejorable. La actriz pone todo de sí para encarnar a esta mujer que merecería estar entre las musas de García Lorca por su enorme sufrimiento.
Alejo Mango es un mago entrado en años y despreciado por su amante en “Sal y ceniza”. Al principio, parece todo una reyerta amorosa, pero el rival que tiene es un antiguo oficial nazi que él vio en los campos de concentración. Mango se desviste y se viste con elegancia, como los galanes de las películas del cine clásico. Esta acción física acompaña su ruego ante la mujer que ama o sólo posee, de manera precisa.
Di Gerónimo y Mango se unen en la tercera pieza, "Los huèspedes", para dar vida a un jerarca nazi y su mujer, en desfile triunfal por las calles de Europa. O al menos eso parece al comienzo; la obra va a tomar un doblez que marca una representación dentro de la representación. Los dos intérpretes son inflexibles en ambos roles. La imitación de lo que ya fue, el dolor de ya no ser, como dice el tango, afloran en estas dos personas desesperadas.
Las actuaciones de Susana Di Gerónimo y de Alejo Mango son notables, y están sustentadas en textos sólidos de Patricia Suárez y Adriana Tursi. La iluminación de Soledad Ianni es protagónica y brinda los climas emocionales acordes con cada escena. El vestuario y la escenografìa le dan verosimilitud a la trama, y están milimetrados en cada detalle. Finalmente, la dirección de Corina Fiorillo logra que no haya excesos en piezas que podrían desbocarse. Cada línea, cada gesto están coreografiados para lograr las excelentes actuaciones de Di Gerónimo y Mango.
Por Silvia Sànchez Urite - Notas de Teatro. 18-04-2008
En “Isolda muerta de hambre”, Susana Di Gerónimo nos va a contar la historia de una mujer que, debido a las privaciones que sufren sus hijos, se va a sacrificar para poder asistirlos en un mundo con la tierra seca y árida, en las afueras de un pueblito de Italia. Su composición es inmejorable. La actriz pone todo de sí para encarnar a esta mujer que merecería estar entre las musas de García Lorca por su enorme sufrimiento.
Alejo Mango es un mago entrado en años y despreciado por su amante en “Sal y ceniza”. Al principio, parece todo una reyerta amorosa, pero el rival que tiene es un antiguo oficial nazi que él vio en los campos de concentración. Mango se desviste y se viste con elegancia, como los galanes de las películas del cine clásico. Esta acción física acompaña su ruego ante la mujer que ama o sólo posee, de manera precisa.
Di Gerónimo y Mango se unen en la tercera pieza, "Los huèspedes", para dar vida a un jerarca nazi y su mujer, en desfile triunfal por las calles de Europa. O al menos eso parece al comienzo; la obra va a tomar un doblez que marca una representación dentro de la representación. Los dos intérpretes son inflexibles en ambos roles. La imitación de lo que ya fue, el dolor de ya no ser, como dice el tango, afloran en estas dos personas desesperadas.
Las actuaciones de Susana Di Gerónimo y de Alejo Mango son notables, y están sustentadas en textos sólidos de Patricia Suárez y Adriana Tursi. La iluminación de Soledad Ianni es protagónica y brinda los climas emocionales acordes con cada escena. El vestuario y la escenografìa le dan verosimilitud a la trama, y están milimetrados en cada detalle. Finalmente, la dirección de Corina Fiorillo logra que no haya excesos en piezas que podrían desbocarse. Cada línea, cada gesto están coreografiados para lograr las excelentes actuaciones de Di Gerónimo y Mango.
Por Silvia Sànchez Urite - Notas de Teatro. 18-04-2008
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