Obra con dramaturgias de Adriana Tursi y Patricia Suárez con dirección de Corina Fiorillo.
El hombre común frente a la guerra. Sus transformaciones, sus valentías y cobardías, junto con sus profundas contradicciones, son expuestos en Lo que quedó (historias cotidianas de posguerra) de Adriana Tursi y Patricia Suárez, con dirección de Corina Fiorillo.
El espectáculo esta integrado con dos monólogos y una obra corta. Lo interesante del planteo dramaturgico, es que las historias se centran en seres que los acontecimientos bélicos, al atravesarlos, modificó sus vidas sustancialmente. No se tratan de soldados, ni de jefe de estados, sino de personas que vieron fracturada su simple vida al caerse sobre si ese aluvión llamado guerra. Así se puede observar el costado más terrorífico y más silenciado de todo conflicto bélico: al ser humano desnudo, desorientado, que tiene a su mano solo el instinto de supervivencia.
Fiorillo deja, con muy buen criterio, que las historias y los personajes se impongan en todo su peso.
Una mujer que pone la vida por sobre todo (Isolda muerta de hambre), un hombre que ajusticia su pasado (Sal y Cenizas) -ambas de Patricia Suárez-, y dos seres que juegan una terrorífica puesta escena de la muerte -con algunas resonancias de personajes de nuestro pasado- (Los huéspedes) de Adriana Tursi, son los instantes en que estos seres desenmascaran los crueles resabios de la guerra.
Los monólogos, impecable en sus resoluciones, dejan paso a la obra breve que al no dejarse ganar por el delirio no logra tensiones dramáticas.
Las misma consideración cabe para las actuaciones de Susana Di Gerónimo (excelente el trabajo de sus manos), y de Alejo Mango (consuma un personaje patéticamente digno), sin embargo el trabajo en conjunto queda a mitad de camino.
Carlos Di Pasquo logra un buen diseño espacial conteniendo a las tres obras.
El diseño de luces de Soledad Ianni elige el clima expositivo.
Lo que quedó (historias cotidianas de posguerra) es un espectáculo que sirve para reflexionar acerca de como la guerra destruye y devasta al ser humano.
Gabriel Peralta - Crítica Teatral - 17/03/2008
El hombre común frente a la guerra. Sus transformaciones, sus valentías y cobardías, junto con sus profundas contradicciones, son expuestos en Lo que quedó (historias cotidianas de posguerra) de Adriana Tursi y Patricia Suárez, con dirección de Corina Fiorillo.
El espectáculo esta integrado con dos monólogos y una obra corta. Lo interesante del planteo dramaturgico, es que las historias se centran en seres que los acontecimientos bélicos, al atravesarlos, modificó sus vidas sustancialmente. No se tratan de soldados, ni de jefe de estados, sino de personas que vieron fracturada su simple vida al caerse sobre si ese aluvión llamado guerra. Así se puede observar el costado más terrorífico y más silenciado de todo conflicto bélico: al ser humano desnudo, desorientado, que tiene a su mano solo el instinto de supervivencia.
Fiorillo deja, con muy buen criterio, que las historias y los personajes se impongan en todo su peso.
Una mujer que pone la vida por sobre todo (Isolda muerta de hambre), un hombre que ajusticia su pasado (Sal y Cenizas) -ambas de Patricia Suárez-, y dos seres que juegan una terrorífica puesta escena de la muerte -con algunas resonancias de personajes de nuestro pasado- (Los huéspedes) de Adriana Tursi, son los instantes en que estos seres desenmascaran los crueles resabios de la guerra.
Los monólogos, impecable en sus resoluciones, dejan paso a la obra breve que al no dejarse ganar por el delirio no logra tensiones dramáticas.
Las misma consideración cabe para las actuaciones de Susana Di Gerónimo (excelente el trabajo de sus manos), y de Alejo Mango (consuma un personaje patéticamente digno), sin embargo el trabajo en conjunto queda a mitad de camino.
Carlos Di Pasquo logra un buen diseño espacial conteniendo a las tres obras.
El diseño de luces de Soledad Ianni elige el clima expositivo.
Lo que quedó (historias cotidianas de posguerra) es un espectáculo que sirve para reflexionar acerca de como la guerra destruye y devasta al ser humano.
Gabriel Peralta - Crítica Teatral - 17/03/2008
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