Buenos Aires, mar. 18 (ANSud.com) - Aunque la vida se arranca los chalecos de fuerza que la constriñen, las riñas dejan marcas que arden a la luz de la cotidianeidad. Y cuando la magnitud de las trifulcas y los avatares que condicionan a las personas tienen la horrorosa dimensión de una guerra, la historia lega llagas incurables. Tal es la sensación que gravita sobre Lo que quedó, obra escrita por Adriana Tursi y Patricia Suárez y dirigida por Corina Fiorillo.
La puesta narra el peso del holocausto durante la 2ª Guerra Mundial en personas que se pusieron la vida al hombro cuando cayó Adolf Hitler. A través de tres relatos sencillos pero contundentes, Ysolda muerta de hambre, Sal y Ceniza y Los Huéspedes, se desmadejan los hilos que agrietan, zanjan y entretejen la existencia de los que huyeron, los que perdieron padres e hijos en el frente de batalla y los que fueron artífices y cómplices del genocidio.
Con excelentes actuaciones de Susana Di Gerónimo y Alejo Mango, las tres piezas conmueven y abren interrogantes. Con escenografía despojada y cuidadosa composición sonora e iluminación, cada relato insufla en el espectador la necesidad de preguntarse si la justicia alcanza al que perpetra las crueldades, si los valientes sobreviven o la subsistencia es derecho de cobardes y si la memoria colectiva se diluye bajo el ácido corrosivo de la posteridad.
Angustia la crudeza con que Ysolda vuelve sobre su pasado y cuestiona las humillaciones que sufrió cuando el pueblo supo que aceptó favores de un soldado alemán. Hierve la sangre con el encuentro del ex prisionero que rehizo su vida junto a una mujer joven, que coquetea con el oficial nazi responsable de las listas de los que tendrían la cámara de gas por destino. Y robustece la complejidad de la perversión el modo en que los dos sirvientes asumen el rol de sus propios amos en el último relato.
Si la pregunta acerca de lo que quedó abre caminos, con esta obra también se insinúa una respuesta: la vida se escribe con el cuerpo. Ya decía el fenomenólogo Maurice Merleau-Ponty que “así como no hay historia sino para un sujeto que la vive, tampoco hay más sujeto que el situado históricamente.”
Pablo Di Pierri
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